Aquesta vegada tampoc escric des de casa: sóc a París, contemplant la majestuositat de la ciutat des de les escales de la Basilique du Sacre Coeur. Després de la sempre estimulant visita a Florència, m’he acostat fins a la capital francesa per continuar amb la selecció de teixits a la fira Première Vision. Ja sabeu que m’agrada ser molt minuciós en aquesta tasca, i que –com tota cosa ben feta- requereix dedicar-hi el seu temps.
Des d’aquest punt elevat de la ciutat, en aquest migdia assolellat ja es nota –exultant- la primavera. Els turistes més agosarats es fan les primeres fotos en màniga curta, les orenetes retornen progressivament i els jardins dels voltants comencen a despertar-se. Ara sí que s’intueix, imparable, l’inici del bon temps.
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Esta vez tampoco escribo des de casa: estoy en París, contemplando la majestuosidad de la ciudad des de las escaleras de la Basiqlique du Sacre Coeur. Después de la siempre estimulante visita a Florencia, me acerco a la capital francesa para continuar con la selección de tejidos en la feria Première Vision. Ya sabéis que me gusta ser minucioso en esta tarea, y que –como todas las cosas bien hechas- requiere su tiempo.
Des de este punto elevado de la ciudad, en este mediodía soleado ya se presiente –exultante- la primavera. Los turistas más arriesgados ya se hacen las primeras fotos en manga corta, las golondrinas regresan progresivamente y los jardines de los alrededores empiezan a despertarse. Ahora sí que se intuye, imparable, el inicio del buen tiempo.
Des d’aquest punt elevat de la ciutat, en aquest migdia assolellat ja es nota –exultant- la primavera. Els turistes més agosarats es fan les primeres fotos en màniga curta, les orenetes retornen progressivament i els jardins dels voltants comencen a despertar-se. Ara sí que s’intueix, imparable, l’inici del bon temps.
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Esta vez tampoco escribo des de casa: estoy en París, contemplando la majestuosidad de la ciudad des de las escaleras de la Basiqlique du Sacre Coeur. Después de la siempre estimulante visita a Florencia, me acerco a la capital francesa para continuar con la selección de tejidos en la feria Première Vision. Ya sabéis que me gusta ser minucioso en esta tarea, y que –como todas las cosas bien hechas- requiere su tiempo.
Des de este punto elevado de la ciudad, en este mediodía soleado ya se presiente –exultante- la primavera. Los turistas más arriesgados ya se hacen las primeras fotos en manga corta, las golondrinas regresan progresivamente y los jardines de los alrededores empiezan a despertarse. Ahora sí que se intuye, imparable, el inicio del buen tiempo.
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